31 jul 2018

...las decisiones

A medida que nos hacemos mayores nos encontramos con nuevas situaciones. Nuevos momentos a los que debemos hacer frente queramos o no. Nuevas etapas que debemos encarar de la mejor manera posible. Y esto no siempre resulta sencillo.

Qué fácil era la infancia, cuando eran otros los que decidían lo que teníamos que hacer, cuándo y cómo. Ese periodo en el que nos limitábamos a hacer lo que se nos decía, sin tener la menor preocupación por nada.
Todo era tan fácil... Lo hacías porque te lo habían dicho. Y no cuestionabas nada. 

Aunque eso no siempre era bueno. 
¿Qué había de esas ocasiones en las que debías hacer algo que no querías? Te fastidiabas y lo hacías. Con mala cara, pero por supuesto que lo hacías. 
En esos momentos no podías apreciar lo que era la gran complicación de tomar decisiones. Te considerabas lo suficientemente mayor como tomar el rumbo de tu vida, cuando lo cierto es que todavía a veces no eres lo suficientemente mayor para hacerlo o no resulta tan fácil como creías. 

Y realmente eso es lo más molesto de todo. Cuando por fin eres mayor y eres totalmente capaz de tomar decisiones que afectarán única y exclusivamente a tu vida, ocurre algo inesperado. La duda.

No es fácil. Decidir no es fácil. Nunca lo ha sido y nunca lo será. Son demasiadas cosas a las que debes prestar la suficiente atención antes de poder considerar una opción. 
Puntos a favor, puntos en contra, personas a las que afecta, beneficios, posibilidades... Y a todo esto debes añadir el factor presión. 
¿Qué ocurre cuando lo que estés pensando pueda tener un valor circunstancial y determinante para tu vida? Elegir qué estudiar, dónde, trabajar en un sitio o en otro, hacer esto o aquello...
Hay tantas y tantas variables a tener en cuenta que llega a ser agotador pensar en ello. 

Pero aun así debes seguir pensando en todas las posibilidades. 
Ya eres mayor. 
Eres adulto. 
Eres totalmente capaz de tomar las decisiones que marcarán tu vida. 
Y debes hacerlo de manera rápida.
No siempre se dispone de tiempo.
No siempre se tiene el suficiente tiempo.
Debes darte prisa.




29 jun 2018

...los cambios

Los cambios.
Algo tan básico y necesario, pero a la vez extraño para todos.

Es curioso cómo normalmente se entienden los cambios como algo negativo, algo que puede perjudicar al maravilloso ecosistema en el que todos vivimos y que todos construimos en la sociedad. Algo que puede desestabilizar nuestro perfecto mundo y amenazar con derrumbarlo de un fatídico golpe.

"Has cambiado", te dicen. Aunque realmente esas palabras suenan como una terrible amenaza o acusación. Como si cambiar fuese un pecado que nadie en su sano juicio debería cometer.

"Cambiar está mal", piensa la gente. Cuando no se dan cuenta de que todos y cada uno de nosotros cambiamos de manera inconsciente a lo largo de los años.

Se cree que los cambios se hacen por placer, y no hay que negarlo, muchas veces es por esa razón. Pero no entienden que muchas veces es por pura necesidad. La rutina, el día a día, la sociedad, el vecindario...
Siempre lo mismo. Siempre los mismos. Siempre tú.
Día tras día.

Llega a convertirse en algo agotador. Algo que te ahoga sin saber por qué. Siempre has vivido así, y de repente, esa sensación. Esa necesidad. Esa inquietud que te recorre de arriba abajo.

Y no es malo, créeme.

Todos cambiamos y cada uno tiene su forma de mostrarlo. La mayoría de las veces se muestra a través del comportamiento. Ser más educado, ser más reservado, ser más transparente, ser más precavido...
Y muchas otras es el propio compartimento el que nos obliga a actuar, dejando que nuestras decisiones hablen por sí solas. Y puede llegar a ser tan simple como un corte de cabello, una remodelación de tu habitación o un viaje.

Pequeños cambios que nos hacen libres. Que nos hacen ver la vida desde otro punto de vista. Volver a tener ilusión, ganas, emoción por vivir... O al menos por seguir luchando...

Cambiar no es malo.
Que no te engañen.


29 may 2018

...la ansiedad

No puedes respirar.
Sientes que los pulmones no cumplen su función de llenarse con aire.
No puedes respirar.
El corazón va a mil por hora.
No puedes respirar.
Estás nervioso
no puedes controlarlo.
No puedes respirar.
Inspiras y espiras, pero no funciona.
Nada funciona.

No puedes respirar.
El aire no llega a tus pulmones.
No puedes respirar. 
Sientes un dolor punzante en el pecho.
No puedes respirar.
Intentas calmarte, pero es imposible.
Todo te da vueltas.
No puedes respirar. 

Te sientas.
Nada.
Te pones de pie.
Peor.
Comienzas a andar.
No mejoras.
No puedes respirar. 
Ese estado de nerviosismo te está consumiendo.

No puedes respirar. 
Tratas de calmarte, pero todo es en vano.
Solo quieres llorar.
Gritar.
Desahogarte.
Correr.
Hacer cualquier cosa que te libere.
Conseguir esa paz que tanto necesitas en ese momento. 
Pero nada consigue calmarte.

No puedes respirar. 
Estás solo.
Nadie puede ayudarte.
Ni tu madre
ni tu padre
ni tus hermanos.
Tampoco tus amigos.
Ni siquiera esas pastillas que te recetó el médico para esos momentos.
Debes apañártelas tú mismo.

No puedes respirar. 
Inspiras.
Espiras.
Intentas controlar tu respiración. 
No puedes respirar. 
Te vuelves a sentar y comienzas a mecerte como un bebé.
Quizá eso te ayude.
Cierras los ojos y empiezas a contar los segundos.
Coges aire por la nariz.
Cinco segundos.
Lo sueltas por la boca.
Diez.
Así una y otra vez.

Inspiras.
Espiras.
Inspiras.
Espiras.
Inspiras.
Espiras.

Poco a poco ves cómo comienzas a calmarte.
Los pulmones van funcionando.
Coges aire con normalidad y lo sueltas de la misma forma.
Has dejado de llorar.
El dolor del pecho comienza a disminuir.
Respiras.
Respiras.

Lo has logrado.
El ataque de ansiedad comienza a desvanecerse.


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28 abr 2018

...el machismo

Estoy harta.

Harta de que cada vez que salgo de casa me digan "ten cuidado".
Harta de que siempre me cedan el paso cuando entro a algún sitio. 
Harta de que cada vez que estoy de mal humor se atribuya directamente a mi menstruación y a mis hormonas.
Harta de que en todas y cada una de las reuniones familiares se me pregunte si ya tengo novio.
Harta de que cada vez que paso por delante de un parque me digan barbaridades.
Harta de que cada vez que me pongo una minifalda me miren como si fuese un trozo de carne en lugar de una persona.
Harta de que cada vez que salgo de noche no pueda volver a casa tranquila pensando tan solo en si llegaré bien.
Harta de tantísimas cosas que me podría pasar todo el día escribiendo.

Soy mujer. ¿Pero acaso por el hecho de serlo significa que tenga que vivir con todo lo anterior por el resto de mi existencia?

No. Definitivamente no. 

Hablamos mucho sobre el siglo XXI y todas sus modernidades, pero no somos capaces de ver que todavía uno de los mayores problemas que tiene la sociedad es el machismo. Porque a pesar de la larga y constante lucha que mantenemos las mujeres todos los días, seguimos siendo víctimas de esta ideología patriarcal. 

Seguimos siendo el sexo débil a pesar de todo el camino que hemos recorrido, cuando hemos demostrado miles de veces que somos totalmente capaces de llevar hogares, familias, trabajos, e incluso países. Pero a pesar de todo esto seguimos siendo infravaloradas. 

Esto no es una simple publicación para reivindicar los derechos ni la igualdad de las mujeres, puesto que no tengo criterio ni los medios para hacerlo. Pero si considero que puedo brindar la oportunidad de hacer recapacitar sobre ello. 

Hablo por ellas. Pero también por ellos.
Hablo para ellos. Pero también para ellas.

No todos los hombres son machistas. No todas la mujeres son feministas.  
Debemos de ser capaces de separar conceptos y de separar personas.

Tendemos a pensar que las únicas personas machistas en el mundo son los hombres, pero no es así. Nosotras somos partícipes de todos estos valores incrustados en la sociedad. Y son con pequeñas cosas con las que lo hacemos. ¿O acaso no nos parece perfecto que en una discoteca las chicas paguen menos que los chicos? ¿Pero por qué se hace esto? 
Porque se objetiviza a las mujeres, haciendo que el rol de estas en las discotecas sean como un reclamo para los hombres. Y sí, un reclamo. Como si fuésemos simple ganado. 
O cuando nosotras somos las encargadas de cuidar a los niños, hacer la comida y realizar todas las tareas del hogar.
Se supone que la sociedad cambia, haciendo que cada vez sea más feminista, pero realmente no veo nada de este cambio. 

Las palabras no llegan a nada. Se van con el tiempo. De nada sirve un discurso propagandístico sobre la igualdad de la mujer. Lo que hace falta son hechos. Actos que demuestren que la sociedad realmente quiere caminar hacia ese futuro. 
Debemos educar a la población, pero esta es una tarea tanto de mujeres como de hombres. Debemos de ser capaces de inculcar nuevos valores, valores que se adecúen a ese futuro tan esperanzador que todos deseamos y ansiamos.

Quizá de esta manera todas esas cosas que pasan habitualmente como la violencia de género, las pagas irregulares o las sentencias injustas, se desvanezcan de una vez.
Quizá de esta manera todas las cosas que nombraba al principio se desvanezcan de una vez por todas. 


30 mar 2018

...el siglo XXI

Por si alguien no lo sabía, estamos en el siglo XXI. 

Sí, sí, una afirmación muy obvia, lo sé. Pero al parecer esta es la nueva moda entre los jóvenes y no tan jóvenes; recordar a todo el mundo que estamos en el siglo XXI. Año 2018, pero suena mejor eso de decir "siglo XXI".

Y es que eso de decir que estamos en dicho siglo es sinónimo de modernidad, de mentalidad abierta, de libertad de expresión, de vivir en un mundo estupendo... Una época muy avanzada para todos, por lo que se supone (y digo supone) todo el mundo debe ser así y vivir así.

Y lo comparto. Es cierto que tras 2000 años, la sociedad avanza, y cuando una persona no comparte esos valores o pensamientos sobre libertad o modernidad se le tacha de ser anticuado y obsoleto.

Lo que no conoce tanta gente es que solo por decir que, por cuarta vez en este texto, estamos en el siglo XXI, no te hace más moderno ni estar más actualizado en la vida.

Porque sí, estamos en el siglo XXI, pero hay muchos problemas que revisar todavía para alcanzar ese ansiado mundo perfecto.


Porque por mucho que se alardee del fantástico mundo en el que vivimos, no hay que olvidar que lo estamos dañando de manera irreversible por conducir nuestro fantásticos coches.
Y que estamos matando miles de especies marinas por no ser capaces de tirar una lata de refresco en un contenedor en lugar del océano.
Recordemos también que las guerras siguen existiendo por mucho que lo ignoremos en los telediarios.
Y que todavía existen muchísimos países donde nuestra querida libertad de expresión es castigada con la pena de muerte
Y sí, en el siglo XXI todavía millones de niños mueren por desnutrición. 
O que estos mismos niños son explotados por multinacionales obligándoles a trabajar durante horas en lugar de dejarles disfrutar de su infancia.
Que millones de personas son también explotadas en sus trabajos, llegando a casos en lo que mueren de tal fatiga.
Y como olvidar a otros tantos millones de personas, que se matan a sí mismas con la consumición de drogas y otras sustancias.
Y por si alguien no se ha dado cuenta, los casos de violencia escolar y bullying aumentan en los colegios cada vez más, llegando al punto en el que los niños prefieren quitarse la vida a seguir aguantando tales abusos.
Y por desgracia, todavía existen hombres en el siglo XXI que no saben lo que es respetar a una mujer y acaban matándola a golpes.

Esto, queridos amigos, es una muestra de nuestro legendario siglo XXI. Porque decirlo es muy fácil, parecemos modernos, pero nos olvidamos de todos estos aspectos que nos hacen parecer personas simples.

Así que propongo una cosa. 

¿Por qué no en vez de alardear tanto de nuestro siglo, movemos un poco el trasero y nos ponemos en marcha para conseguir construir ese momento tan deseado?

25 feb 2018

...la superación

¿Sabes ese sentimiento de agobio que te corroe cada vez que estas estresado? 
¿La impotencia de saber que estas bloqueado?
¿O esa sensación de abatimiento cada vez que alguien te dice que no eres capaz de hacer eso que tanto quieres hacer?
¿Sabes esa desilusión y el disgusto al oír que no puedes hacer algo?
¿O ese sentimiento al creer que TÚ mismo no eres capaz de hacerlo?

Destrozada. 
Creo que esa es la palabra que puede describir cómo se puede sentir una persona al escuchar todo eso.

Pero este post no trata sobre qué sientes en esos momentos ni de sus similitudes. 
Trata sobre la superación.

Superación. 
¿No es una palabra maravillosa?

Superar tiene muchos significados. Y no consiste en pasar página. O al menos no solo en eso. 

En este caso consiste en luchar. 
En defenderse.
En levantarse una y otra vez cada vez que te caes.
O cada vez que te tiran.
En demostrar al mundo y a ti mismo que eres capaz de hacer cualquier cosa que te propongas.

Incluso de volar. 

Sí, sí. Has leído bien. Volar. ¿Quién es nadie para decirte que no puedes puedes volar? La ciencia ha demostrado que los humanos pueden surcar el cielo con los aviones, ¿no?

¿Por qué no eres capaz de hacer lo que tú quieres?

Superar tiene muchos significados.

Consiste en contestar Sí puedo cada vez que te digan lo contrario.
En reírte cada vez que te tiran, porque sabes que sus esfuerzos han sido en vano, ya que te volverás a levantar.
Y no solo eso. 
Si no que te levantarás más fuerte cada vez que caigas. 
Hasta que llegue el momento en que no necesites volver a levantarte.

Porque cuando vuelvas a estar en el suelo, nadie te habrá tirado.
Tampoco te habrás caído.

Te habrás sentado por tu propia cuenta al observar que, por fin, has conseguido eso que tanto anhelabas. 

Y desde el suelo, mirarás a todo el mundo, incluso a ti mismo, con una sonrisa en la cara, diciendo:

Lo conseguí. Fue duro. Pero lo conseguí.

                              Resultado de imagen de superacion personal

¿Y tú? ¿Eres de esos que luchan cada vez que se cae? :)

22 ene 2018

...los prejuicios

Sé lo que la gente piensa de mí.


Sé que la gente piensa que soy mimada por ser hija única.

Sé que la gente piensa que soy barriobajera por vivir en el sitio donde vivo. Pero también sé que piensan que soy pija por moverme por diferentes sitios céntricos.

Sé que la gente piensa que soy aburrida por anteponer mis obligaciones a mis deseos.

Sé que la gente piensa que soy débil, tanto por mi aspecto corporal como por mi mente. 

Creen que soy ingenua por ser joven.

Y que soy impaciente por querer tener todo lo antes posible.

Sé que la gente piensa que soy exigente con todos los que me rodean, pero más conmigo misma.

Sé que la gente piensa que soy cabezota por no dar mi brazo a torcer y por querer lograr todo lo que quiero a pesar de todo y de todos.

También piensan que soy egoísta por dejar de pensar tanto en ellos y empezar a preocuparme un poco por mí.

Piensan que soy seria por mantener la compostura ante chistes fáciles.

Y que soy ambiciosa por querer lograr todos mis propósitos.

Sé que la gente piensa que soy sensible por mostrar mis sentimientos en público.

También que soy borde, solo por tratarlos como se merecen.

Sé que la gente piensa que soy fantasiosa, solo por querer tener mi propia historia.

Sé que la gente piensa que soy tímida, solo por querer pasar desapercibida.

Y que soy estrecha, solo por no vestir con minifalda ni taconazos.

Sé que la gente piensa que soy rara, diferente, peculiar, extraña, variopinta, singular...


Y sí, es cierto. Puede que lo sea. 


Pero no puedes juzgarme si te basas en prejuicios. 

Debes conocerme en profundidad.