12 oct 2017

...España y Cataluña

De todas la cosas que están pasando en el mundo (guerras, conflictos, asesinatos, violencia de género...), hay una cosa clara, y es que en España, desde hace meses, miramos nuestro propio ombligo. 
Y es normal. Al fin y al cabo es el lugar donde vivimos y donde observamos toda esa convulsión que hay. 

Los periódicos rellenan desde hace meses sus hojas con el mismo tema. Encendemos la televisión y ahí está, las veinticuatro horas del día. Ponemos la radio y tres cuartas de lo mismo. Sin duda, vivimos un momento importante para el país, histórico podría decirse. 

Pero por desgracia no es el mismo momento histórico que en el 86, cuando España entró en la Unión Europea. Al fin se veía la luz después de una época de decadencia en el país, donde una democracia, comenzaba a ver sus frutos.
Ni tampoco son los Juegos Olímpicos del 92, donde Barcelona era el foco para todos los países del mundo. 
Ni tampoco la Exposición Universal de Sevilla, en el mismo año, donde se pudo ver lo maravillosa que era la ciudad andaluza delante de todo el mundo.
O la celebración del Mundial en el 2010, donde todos los españoles gritamos de felicidad al unísono el gol de un joven manchego. 

En esa época todo era bonito. Unidad y fraternidad eran dos características que definían el país. Veníamos de una época difícil, y todos los españoles dejaban de lado sus diferencias y se juntaban para celebrar lo que fuese. Daba igual si eras gallego, canario, leonés, vasco o catalán. A todos nos unía algo. 

Y sin embargo ahora, vemos cómo ese país que parecía estar tan unido se desquebraja a pedazos. Donde los nacionalismos y los regionalismos han resurgido y han conseguido algo increíble. Que se viva un momento realmente triste.

Pero lo triste no es solo ver cómo un país entero se divide.
Lo triste es ver cómo familias enteras se alejan. Cómo amigos de toda la vida dejan de hablarse por discrepar en opiniones. Cómo el fútbol ha dejado de ser un mero espectáculo para convertirse en una ideología.
Lo triste es ver la violencia que se da constantemente en las calles y no poder hacer nada para evitarlo.
Lo triste es ver cómo los ciudadanos han dejado de serlo para convertirse en simples marionetas de los políticos, y ver cómo a pesar de la evolución humana, la ley del más fuerte sigue dominando la batalla. 
Lo triste es ver cómo se dan caso de marginación  por ideales opuestos a los propios. Cómo niños, adolescentes y jóvenes ven con temor su futuro porque "no se sabe lo que va a pasar". 

Lo triste es ver como a pesar de toda la historia de España, de todos los conflictos que se han vivido, de todos los atentados que se han sufrido, de todas las victorias que hemos celebrado sin atender a nuestra ciudad de nacimiento... Lo triste es que a pesar de haber superado todo eso, no seamos capaces de sentarnos en una sala, a hablar detenidamente sobre el tema como personas civilizadas del siglo XXI.

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