14 dic 2015

...el dolor

Naces, y año tras año, día tras día, descubres esos bonitos momentos de la infancia que la vida te muestra: cumpleaños, reuniones familiares, Navidades gobernadas por los regalos, vacaciones de verano invadidas por la tranquilidad y la diversión... Alegría y risas en todo momento, en cada instante, en cada detalle...

Pero poco a poco creces, y al llegar a la pubertad te encuentras con situaciones y momentos que nunca creíste que llegarías a vivir: Aquel primer amor no correspondido, el primer suspenso de tu vida, la primera vez que decepcionaste a tus padres por algo que hiciste o algo que dijiste, la primera desilusión de tu vida... En resumidas palabras: conoces el valor de la palabra ´´dolor´´.

Dolor que comienza a llegar con tus suspensos en el instituto, con esas fuertes discursiones con tus padres, con las desilusiones causadas por la infidelidad de tus propios amigos, con las horas muertas pensando en aquella persona que te rompió el corazón... Y entonces empiezas a preguntarte por el sentido de todo.

Te das cuenta de que la vida no está programada, y que las cosas no siempre salen como deseas... 
Entonces, ¿qué sientes en aquellos momentos? ¿Quizá impotencia? ¿Rabia? ¿Tristeza? ¿O incluso una mezcla de todo?

Llegas a la conclusión de que la vida no viene con un manual de instrucciones y de que debes llevar las riendas de tu propio camino, sino es probable que ese cargamento tan valioso que llevas (la fórmula de tu felicidad) se caiga por algún precipicio durante el trayecto. 
Cada día la vida te sorprende con algo nuevo que te puede o no agradar. Cosas que te pueden llegar a asustar como el amor, la tristeza, el desengaño, el dolor...
Pero ante estas situaciones debemos hacerlas frente con la cabeza alta y diciendo: ``Aquí estoy yo, y no vas a poder conmigo´´. Simplemente porque la vida es así, y debemos resignarnos a esto. 

Por suerte o por desgracia no somos ni Iron Man ni el Capitán América, por lo que debemos luchar con nuestras propias armas contra la vida, ya sea nuestra inteligencia, nuestra valentía, o nuestra fortaleza...



Y tú, ¿cuál es tu forma para sobrevivir a este sentimiento de la vida llamado DOLOR?


2 nov 2015

...el paso del tiempo

Llega el día en el que sentado en el sofá, decides recordar momentos de tu vida. Te levantas y te diriges a tu habitación, ese lugar que recoge todas las etapas de tu vida. Coges un álbum de fotos de la estantería y te sientas en la cama mientras abres la primera página.

Comienzas a mirar tus fotos, tal vez con nostalgia, tristeza, o con alegría por revivir aquellos momentos. Pasas las páginas lentamente, admirando cada foto, cada momento, cada detalle, y entonces te das cuenta de una cosa. Te das cuenta de que has crecido, has madurado. Ya no eres el niño que eras de pequeño. Todo ha cambiado para ti: tu familia, tus amigos, tú mismo...

Ya no eres el niño que se emocionaba cuando veía un capítulo de tus dibujos animados favoritos, porque simplemente ya no los ves, tan solo te limitas a pensar en cómo podías ver eso de pequeño. Tampoco tienes la misma mentalidad ni los mismos gustos. Tampoco te emocionan las mismas cosas ni te ilusionas por todo…

Tu familia también ha cambiado. Todos son más mayores y algunos que aparecían en aquellas fotos, ya no están en tu vida. Te das cuenta de que tu familia te trata de diferente forma a la de hace unos años. Ya no te hablan como a un niño pequeño, porque ya no lo eres. Confían en ti, porque ya tienes la edad suficiente como para que lo hagan aunque algunas veces te empeñes en no demostrarlo.

Tus amigos han cambiado también. Ya no jugáis al pilla-pilla o al escondite en el recreo, porque ya no jugáis. Ya no te juntas con muchos de ellos porque piensas que no tenéis nada en común, cuando hace unos años jugabais y reíais juntos. Con los que aún mantienes amistad, también sientes que algo ha cambiado. Ya no tenéis las mismas conversaciones ni las mismas discusiones. Todos habéis crecido aunque no lo parezca.


Pero entonces el álbum de fotos se termina, y te preguntas: ¿Por qué de pequeños queremos crecer rápido, si ahora que somos mayores queremos volver a ser pequeños?


Y tú, ¿qué crees?