28 abr 2018

...el machismo

Estoy harta.

Harta de que cada vez que salgo de casa me digan "ten cuidado".
Harta de que siempre me cedan el paso cuando entro a algún sitio. 
Harta de que cada vez que estoy de mal humor se atribuya directamente a mi menstruación y a mis hormonas.
Harta de que en todas y cada una de las reuniones familiares se me pregunte si ya tengo novio.
Harta de que cada vez que paso por delante de un parque me digan barbaridades.
Harta de que cada vez que me pongo una minifalda me miren como si fuese un trozo de carne en lugar de una persona.
Harta de que cada vez que salgo de noche no pueda volver a casa tranquila pensando tan solo en si llegaré bien.
Harta de tantísimas cosas que me podría pasar todo el día escribiendo.

Soy mujer. ¿Pero acaso por el hecho de serlo significa que tenga que vivir con todo lo anterior por el resto de mi existencia?

No. Definitivamente no. 

Hablamos mucho sobre el siglo XXI y todas sus modernidades, pero no somos capaces de ver que todavía uno de los mayores problemas que tiene la sociedad es el machismo. Porque a pesar de la larga y constante lucha que mantenemos las mujeres todos los días, seguimos siendo víctimas de esta ideología patriarcal. 

Seguimos siendo el sexo débil a pesar de todo el camino que hemos recorrido, cuando hemos demostrado miles de veces que somos totalmente capaces de llevar hogares, familias, trabajos, e incluso países. Pero a pesar de todo esto seguimos siendo infravaloradas. 

Esto no es una simple publicación para reivindicar los derechos ni la igualdad de las mujeres, puesto que no tengo criterio ni los medios para hacerlo. Pero si considero que puedo brindar la oportunidad de hacer recapacitar sobre ello. 

Hablo por ellas. Pero también por ellos.
Hablo para ellos. Pero también para ellas.

No todos los hombres son machistas. No todas la mujeres son feministas.  
Debemos de ser capaces de separar conceptos y de separar personas.

Tendemos a pensar que las únicas personas machistas en el mundo son los hombres, pero no es así. Nosotras somos partícipes de todos estos valores incrustados en la sociedad. Y son con pequeñas cosas con las que lo hacemos. ¿O acaso no nos parece perfecto que en una discoteca las chicas paguen menos que los chicos? ¿Pero por qué se hace esto? 
Porque se objetiviza a las mujeres, haciendo que el rol de estas en las discotecas sean como un reclamo para los hombres. Y sí, un reclamo. Como si fuésemos simple ganado. 
O cuando nosotras somos las encargadas de cuidar a los niños, hacer la comida y realizar todas las tareas del hogar.
Se supone que la sociedad cambia, haciendo que cada vez sea más feminista, pero realmente no veo nada de este cambio. 

Las palabras no llegan a nada. Se van con el tiempo. De nada sirve un discurso propagandístico sobre la igualdad de la mujer. Lo que hace falta son hechos. Actos que demuestren que la sociedad realmente quiere caminar hacia ese futuro. 
Debemos educar a la población, pero esta es una tarea tanto de mujeres como de hombres. Debemos de ser capaces de inculcar nuevos valores, valores que se adecúen a ese futuro tan esperanzador que todos deseamos y ansiamos.

Quizá de esta manera todas esas cosas que pasan habitualmente como la violencia de género, las pagas irregulares o las sentencias injustas, se desvanezcan de una vez.
Quizá de esta manera todas las cosas que nombraba al principio se desvanezcan de una vez por todas.